LECTURAS
- Hechos de los Apóstoles 10, 34a.37-43
- Salmo responsorial 117, 1-2.16-1722-23
- Colosenses 3,1-4
- Juan 20,1-9
La mañana de Pascua es día de carreras y prisas: María Magdalena que corre al sepulcro, y del sepulcro vacío corre en busca de los discípulos. Pedro y el discípulo amado corren igualmente al sepulcro para ver qué ha ocurrido. Los de Emaús, en viaje de ida y vuelta, corren presurosos a Jerusalén para anunciar que han visto al Señor.
Esto mismo nos lo hace presente con entusiasmo el papa Francisco: "En Jesucristo siempre nace y renace la alegría".
En nuestro proyecto de "misión diocesana", nuestro obispo D. Ciriaco, en el inicio de su Carta Pastoral sobre la Misión diocesana, nos invita a "que prenda en nuestras comunidades cristianas el encuentro con Jesucristo, con su persona, vida, su muerte y resurrección, esperanza del mundo". Se trata, pues, de redescubrir con gozo nuestra condición de discípulos misioneros y actuar como tales".
Y el papa, de manera muy sencilla, en la misma linea, dice: "Todo cristiano es misionero en la medida que se ha encontrado con el amor de Dios en Cristo Jesús; ya no decimos somos "discípulos y misioneros", sino siempre "discípulos misioneros"