viernes, 19 de abril de 2024

Día 21 abril de 2024. Domingo IV de Pascua. Jornada de oración por las vocaciones.

 


LECTURAS

Hechos de los Apóstoles 4, 8-12
Salmo responsorial 117, 1.8-9.21-23.26.28-29
1 Juan 3, 1-2
Juan 10, 13-18



Al decir Jesús “Yo soy el Buen Pastor”, indica también cuáles son las características de su relación con aquellos que le siguen: él no trabaja por un jornal o interés material, a los que le siguen no los abandona nunca, y sabe ver las trampas de los lobos o de quienes pueden producir el mal y por eso avisa y defiende. Uno de los rasgos identificativos de este buen pastor, que es Jesús, es que “conoce” a sus ovejas, y ellas lo reconocen. Es una actitud propia de Dios mismo: “Conozco a mis ovejas, y ellas me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre”.

Pero este conocer no es un conocimiento intelectual, sino un conocimiento de experiencia personal. En el evangelio de Juan, “conocer” no tiene nada que ver con una un saber intelectual o un saber cosas, sino que se trata de conocer desde dentro. De hecho, cuanto más conocemos a alguien, más lo conocemos por dentro. Así, en este evangelio, cuando se habla de conocer, se trata de un conocer que denota comunión y relación afectiva con el otro.

 Otro rasgo del “buen pastor”, Jesús, es que ama a los discípulos hasta dar la vida por ellos, dándoles también la vida de resucitados; por eso dijo que iba a prepararles un lugar para que donde él esté, estén también sus discípulos. Esto mismo nos lo ha dicho san Juan, en la segunda lectura: “Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!... Sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es”. Ese amor del Buen Pastor se muestra en que entrega la vida: “Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente”.  Es la manera de ser de Dios: “porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito para que el mundo se salve por él”.

 Por el bautismo, el cristiano es constituido “pastor”, lo que significa tener los oídos bien abiertos para descubrir las necesidades del otro y poder servirlo, y así parecerse a Jesús, como Jesús se parece al Padre.  La entrega se manifiesta en aquella actitud que propuso Jesús: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto”.

Hoy es la jornada de oración por las vocaciones. Es decir, Dios que nos ha llamado a ser cristianos, nos invita a cada uno a qué vivamos el seguimiento de Jesús sirviendo a los demás, poniendo en acción todas las cualidades y dones que hemos recibido gratuitamente.



 LECTIO DIVINA DE LA PARROQUIA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA

          HOJA DOMINICAL DIOCESANA


 

 




viernes, 12 de abril de 2024

Día 14 abril de 2024. Domingo III de Pascua.



 LECTURAS

  • Hechos de los Apóstoles 3,13-15.17-19
  • Salmo responsorial 4, 2.7.9
  • 1 Juan 2, 1-5a
  • Lucas 24, 35-48



El evangelio de este domingo, 3º de Pascua, sigue presentando las apariciones de Jesús resucitado. La de hoy, del evangelio de Lucas, es continuación de aquella escena del encuentro de Jesús resucitado con los discípulos de Emaús, primero por el camino, y luego, en la casa durante la cena, cuando descubren que es Jesús al partir el pan. Dichos discípulos de Emaús, después de aquel encuentro, de inmediato, vuelven a Jerusalén para encontrarse con la comunidad reunida y explicarles la experiencia que han tenido del encuentro con Jesús. Y es allí mismo, junto al resto de discípulos reunidos donde, de nuevo, Jesús se hace presente y se deja ver.

 ¿Por qué esta insistencia en querer mostrar, tocar, comer? Con este lenguaje, se nos está diciendo que Dios se hace presente en la historia humana, mediante la encarnación de Dios en Jesús, y ahora, en la resurrección. Y, por tanto, se nos está enseñando que la fe no es una idea, o un sentimiento, sino el encuentro con una persona, Dios que ha asumido la humanidad en Jesús.

  Si miramos todo el evangelio, observamos que Dios mediante la Encarnación se pone a nuestra altura para que tengamos acceso a él, de otra manera imposible.  Si recordamos el principio del evangelio de Lucas, cuando el nacimiento de Jesús, el ángel dice a los pastores: “Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”. Y cuando Jesús instituyó la Eucaristía, se dice: “Tomó pan, y después de pronunciar la bendición, lo partió, lo dio a los discípulos y les dijo: “Tomad, comed: esto es mi cuerpo".

La presencia de Jesús resucitado también se da en la “carne” de los hombres y mujeres, como el mismo Jesús nos indica con una parábola, dónde se identifica con el cuerpo de quienes sufren: “Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber…, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis… En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis” (Cf Mt 25, 35-40).

  Lo que dice Jesús al final del evangelio: “Vosotros sois testigos de esto”, son palaras que nos dirige también a nosotros, hoy y en cada Misa dominical.


LECTIO DIVINA DE LA PARROQUIA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA

HOJA DOMINICAL DIOCESANA


 



sábado, 6 de abril de 2024

Día 7 abril de 2024. Domingo II de Pascua.

 


LECTURAS

  • Hechos de los Apóstoles 4, 32-35
  • Salmo responsorial  117,2-4.16ab-18.22-24
  • 1 Juan 5, 1-6
  • Juan 20, 19-31

“Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: “paz a vosotros””. Es la primera vez que Jesús se “deja ver” por los discípulos después de su muerte en la cruz. Es el día de la resurrección, es la “Pascua de Jesús”; por eso, es el “día del Señor”, el “domingo”. Esta fue la característica que identificaba a los primeros cristianos, que se reunían cada 8 días, porque sabían que el Señor resucitado se hacía presente en la comunidad congregada. A este día lo llamaron “domingo”, porque en este día Jesús resucitó. Dicho encuentro, hoy, tiene lugar en la Eucaristía o Misa.

Uno de los discípulos, Tomás, no estaba con el grupo de discípulos, y no podía creer, por más que les digan sus compañeros: “Hemos visto al Señor”.

Tomás no cree porque no estaba con el grupo, y dice: “si no le veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto la mano en su costado, no lo creo". Ocho días después, el grupo de discípulos estaba reunido, y Tomás con ellos, cuando Jesús de nuevo se deja ver. Y Jesús dirigiéndose a Tomás le dice: “Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano, aquí tienes mi costado”. Y de inmediato Tomás creyó, y dijo: “Señor mío, y Dios mío”. Jesús respondió: “Porque me has visto has creído”. “Dichosos los que crean sin haber visto”. 

Estas palabras últimas, sin duda, están dirigidas a nosotros, los que creemos en Jesús, no porque lo hemos visto físicamente, sino porque lo hemos visto con los ojos del corazón, gracias a la fe que hemos recibido a través de la Iglesia, que, reunida en torno a Jesús, cada domingo, escucha la Palabra, crece en la fe, celebra y ora dicha fe y la vive en el día a día. Por eso, el domingo, día del Señor, es el día de la fe, el día de la eucaristía, el día de la Iglesia.


LECTIO DIVINA DESDE LA PARROQUIA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA

HOJA DOMINICAL DIOCESANA



 


sábado, 23 de marzo de 2024

Día 24 marzo de 2024. Domingo de Ramos.

 


LECTURAS 

  • Procesión Ramos: Marcos 11, 1-10
  • MISA:
  • Isaías 50, 4-7
  • Salmo responsorial 21,8-9.17-18a.19-20.23-24
  • Filipenses 2, 6-11
  • Marcos 14, 1-15,47



La celebración de este día es un auténtico pregón de la Semana Santa. La Iglesia nos invita a centrar nuestra mirada en Jesús para contemplar lo que Él significa para cada uno de nosotros. Es una llamada a la contemplación de los misterios centrales de nuestra fe: por la pasión, muerte y resurrección de Jesús la humanidad ha sido salvada y, nosotros los creyentes, hemos resucitado con Él y en Él por el bautismo.

 Jesús hizo su entrada solemne en Jerusalén montado sobre un borrico. No lo hizo en un poderoso caballo, rápido y elegante, tirando de un carro de guerra, como hacían el emperador de Roma o sus generales. No llega para acabar con todos los que se le oponen. Más bien llega, para comenzar un nuevo reino de servicio, de amor y de paz, como dijo el profeta Zacarias (¡Alégrate, hija de Sión! ¡Grita de alegría, hija de Jerusalén! Mira, tu rey viene hacia ti, justo, salvador y humilde. Viene montado en un asno, en un pollino, cría de asna (Zac 9,9). El asno es un animal humilde, símbolo del servicio, porque servir es llevar la carga de los demás, como hace el asno. Lo hemos escuchado en la lectura de Isaías, quien nos presenta la imagen de un Mesías distinto a como esperaban los judíos, un Mesías que no responde a la violencia con violencia, sino que con la ayuda de Dios, lo soporta todo y dice palabras de aliento.

 La 2ª lectura de san Pablo nos recuerda que Jesús “actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz”. Es la consecuencia de la Encarnación: Dios en Jesús se hizo “hombre” hasta el final, con todas las consecuencias: estuvo en el mundo como uno más, pasando frío y calor, hambre y sed, alegrándose y llorando con y por sus amigos. Muriendo por todos y cada uno, nos abrió las puertas de la salvación.

En el evangelio hemos escuchado la Pasión de Nuestro Señor, que es el marco de las celebraciones litúrgicas de la Semana Santa, especialmente el Triduo Pascual, con la celebración de la Cena del Señor en Jueves Santo tarde, la Pasión y Muerte del Señor el Viernes Santo por la tarde, y la Resurrección con la gran celebración de la Vigilia Pascual y Domingo de Pascua.



Vivamos la Semana Santa, poniendo nuestra mirada en Jesús crucificado, alzando nuestros corazones a Dios con una actitud de oración silenciosa, rezando por toda la humanidad y meditando los misterios de la pasión, muerte y resurrección del Señor.


LECTIO DIVINA DESDE LA PARROQUIA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA

HOJA DOMINICAL DIOCESANA

 


domingo, 17 de marzo de 2024

Día 17 marzo de 2024. Domingo V de Cuaresma. Día del Seminario.

 




LECTURAS

  • Jeremías 31, 32-34
  • Salmo responsorial
  • Hebreos 5, 7-9
  • Juan 12, 20-33






La "hora" de Jesús hace alusión a su “muerte y resurrección”, y el sentido de la misma lo explica Jesús con el símil del grano de trigo, que se aplica a sí mismo.

Con la parábola del grano de trigo, Jesús manifiesta que se acerca el momento de su pasión, su elevación en la cruz, su muerte y sepultura. Pero está enseñando que, ante estos acontecimientos, hay que ir más allá de las apariencias. El grano de trigo, cuando entra en la tierra, muere, y aparentemente todo ha acabado. Pero no es así. En su momento, germina, aparece el tallo y crecerá hasta convertirse en espigas de trigo que nos alimentan y dan vida. Igualmente sucede con la muerte de Jesús: cuando sea elevado en la cruz, muera  y sea colocado en el sepulcro, aparentemente todo habrá acabado, pero no será así. En la madrugada del Domingo de Pascua, los discípulos encontraron el sepulcro vacío, signo de que Jesús ha resucitado y está en la gloria de Dios Padre

Con la parábola del grano de trigo, Jesús está afirmando también que la verdadera fe en él tendrá lugar después de su muerte y resurrección, que el paso de la muerte y de este mundo a la Vida y gloria plena de Dios, siendo para siempre el Mediador entre Dios y la humanidad.

Al mismo tiempo, las palabras de Jesús son una invitación a sus discípulos a seguir sus huellas y ser “grano de trigo” en el mundo. Al decir “morir para dar mucho fruto” nos está diciendo ¡cuidado con las falsas seguridades!: el tener, el poder, el aparentar, el sentirse centro de todo y de todos. Por eso añade Jesús: "El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la Vida Eterna”. Jesús nos enseña que dar la propia vida es la medida del amor, y esto no es una pérdida sino ganancia; lo contrario es vivir de manera egocéntrica; esto sí que es perder lo mejor de la vida, es la mentalidad del mundo, contraria al camino de Jesús. Por eso los poderes de este mundo lo llevaron a la muerte. Pero Jesús venció a la muerte y al mundo.

 Así, Jesús afirma que su destino alcanza de lleno a sus discípulos. La muerte y resurrección de Cristo es la muerte y resurrección de sus discípulos, como nos enseña san Pablo: “Cristo ha resucitado de entre los muertos y es primicia de los que han muerto… El primero en resucitar Cristo, después todos los que son de Cristo” (1 Cor 15).


DÍA DEL SEMINARIO

Los griegos se dirigieron a Felipe, pidiéndole: "Queremos ver a Jesús”. ¿Por qué se dirigen a Felipe? Porque era del grupo de Jesús y podría facilitar el encuentro, como así hicieron Felipe y Andrés, ambos apóstoles de Jesús.

 Todo cristiano que viva su fe conscientemente forma parte de la familia de Jesús, en la que se nace por el bautismo y la fe en el Dios de Jesucristo. Hemos sido llamados a seguir y ser amigos de Jesús; él es nuestro hermano mayor y el mejor amigo, porque él nos da la vida de Dios que será eterna y feliz.

Pero entre sus amigos, los cristianos, Jesús toca el corazón de algunos de ellos, para hacerse presente sacramentalmente. Estos son los presbíteros o sacerdotes; cristianos llamados a servir al Pueblo de Dios con actitudes de cercanía a las personas, de acogida y de escucha, como hicieron Felipe y Andrés con aquellos griegos.

  El sacerdote tiene la misión de anunciar la Palabra de Dios y presidir los sacramentos en nombre de Jesucristo, y ser factor de unidad entre las distintas personas y grupos de la parroquia.

Por ello, la Iglesia dedica este día del Seminario, invitando a todos los cristianos a orar por los sacerdotes, y orar también para que haya jóvenes que, escuchando en su corazón la voz de Jesús, respondan con alegría y disponibilidad.

El Seminario es el centro de formación, donde se preparan los futuros sacerdotes, que deben ser según el modelo de Jesucristo, el Buen Pastor.

Oramos especialmente por los seminaristas que se están formando, oramos por su formadores y profesores. Y también, hoy, que nuestra colaboración económica sea nuestro apoyo familiar para facilitar la formación de los futuros sacerdotes.



LECTIO DIVINA PARROQUIA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA


HOJA DOMINICAL DIOCESANA

viernes, 8 de marzo de 2024

Día 10 marzo de 2024. Domingo IV de Cuaresma.

 

LECTURAS

  • 2 Crónicas 36,14-16.19-23
  • Salmo responsorial 136,1-2.3.4.5.6
  • Efesios 2,4-10
  • Juan 3,14-21


   Jesús retomando una “leyenda” de cuando el pueblo hebreo hacía la travesía del desierto camino de la Tierra Prometida, se la aplica a sí mismo, diciéndole a Nicodemo: “lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del Hombre”¿Qué significan estas palabras de Jesús? Significan que Jesús, elevado en la cruz (crucificado y resucitado), es esa “serpiente”; es decir, Jesús, es la Presencia salvadora de Dios para todo el mundo. Y, por tanto, creer en Jesucristo, muerto y resucitado, es tener fe en el Amor misericordioso de Dios, que se ha manifestado en Jesucristo. Así pues, el Evangelio de hoy nos invita a “alzar nuestra mirada”, no a la serpiente de bronce, sino al mismo Jesús Crucificado y Resucitado, que ofrece la Vida plena para todos.

    Hoy también andamos mordidos por muchas “serpientes”, como los israelitas en el desierto: mordidos por las serpientes de la ambición de poder,  mordidos también por la serpiente del ansia de ganar dinero que genera tanta violencia e injusticias, tantas tramas corruptas, situaciones de hambre, de guerra, de países ricos en materias primas pero condenados a la miseria por intereses económicos de los países ricos. Y también, mordidos por la serpiente de un terrible vacío existencial y pérdida del sentido de la vida.

   Y la razón por la que Jesús aceptó ser elevado en la cruz es porque “tanto amó Dios al mundo, que entregó a su único Hijo para que no perezca ninguno de los que creen en El, sino que tengan Vida Eterna”.  Aquí radica el corazón de la fe cristiana, la Buena Noticia, la alegría del Evangelio. Dios no dice “basta” al desmadre de los seres humanos, sino que nos entrega a su Hijo, y nos da todo lo que tiene, para que todo hombre y mujer puedan salvarse por medio del que ha sido ” elevado sobre la Cruz” para nuestra salvación. Este “tanto amó Dios al mundo” es el corazón del Evangelio y de toda la Revelación cristiana. Dios ama este mundo con sus contradicciones, no retira ni disminuye su amor, porque Dios es amor y, en consecuencia, solo puede amar. Pero de nosotros depende acoger o no ese designio de amor de Dios.

LECTIO DIVINA DE LA PARROQUIA DE SAN ISISDRO DE ALMANSA


HOJA DOMINICAL DIOCESANA

  

 

sábado, 2 de marzo de 2024

Día 3 marzo del 2024. Domingo III de Cuaresma.

 

LECTURAS

  • Éxodo 20, 1-17
  • Salmo responsorial
  • 1 Corintios 1, 22-25
  • Juan 2, 13-25

    El Templo de Jerusalén, como bien sabemos, era el centro religioso nacional de los judíos, considerado el lugar de la presencia de Dios, y, en consecuencia, lugar de las grandes celebraciones religiosas. Por tanto, el Templo de Jerusalén merecía el respeto de todos.

   Jesús realiza un gesto provocativo: la expulsión de los mercaderes del Templo. La acción de Jesús fue, por una parte, un gesto de purificación, denunciando que estaba manchado por el mercantilismo: “No convirtáis en un mercado la casa de mi Padre”, les dice Jesús. Pero también fue anuncio de la nueva relación con Dios que introduce Jesús y que ofrece a la humanidad.

   Los judíos le piden explicaciones sobre su proceder, y Jesús responde que la presencia de Dios no está en un edificio de piedra, sino en una persona: “Destruid este Templo, y en 3 días lo levantaré”; con estas palabras Jesús se refiere a sí mismo, a su muerte y resurrección, por la que llamará a toda la humanidad a vivir el encuentro definitivo con Dios. De este modo, Jesús anuncia el fin de un sistema de relacionarse con Dios, como era la Alianza antigua, de la cual el Templo era el símbolo, y anuncia un modo nuevo de relación, la nueva Alianza que él instaura, indicando que su cuerpo, en el que habita Dios, será destruido por la muerte en la cruz, pero será levantado por la resurrección”. Los judíos no entendieron, y siguieron pensando en el Templo de piedra como indica la respuesta que dan: “46 años ha costado construir este templo, y ¿tú lo vas a levantar en 3 días? Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y cuando resucitó, los discípulos se acordaron de lo que había dicho…”

   El evangelio de hoy muestra a Jesús “indignado” por el abuso que se realiza en el Templo: “No convirtáis en un mercado la casa de mi Padre” ¿Nos indignamos por los que sufren la guerra y la violencia, por los que pasan hambre, por los que son objeto de tráfico humano, por los extranjeros explotados, por la manipulación por parte de quienes nos gobiernan? Nuestra indignación nos debe llevar a reaccionar como Jesús, manifestando indignación, al tiempo que compasión, humanizando nuestras relaciones. Ojalá este tiempo de cuaresma fuera tiempo de expulsar tantas cosas que creyendo nos acercan a Dios, se convierten en obstáculo para amar y servir al único Templo que cuenta a los ojos de Dios: todo ser humano, comenzando por los más necesitados.

LECTIO DIVINA DE LA PARROQUIA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA

HOJA DOMINICAL DIOCESANA